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viernes, 17 de noviembre de 2023

Bosco Acebedo

 Muchos de los aficionados a los 'wargames' (por no decir la mayoría) padecemos del conocido como "mal del coleccionista". Se trata de una especie de trastorno por acumulación enfocado al coleccionismo; ya sea de miniaturas, de cartas, o de sellos. Pese a que pueda parecer algo serio, lo cierto es que el mal del coleccionista no está diagnosticado como una enfermedad como tal, aunque desde luego, quienes lo sufrimos sentimos un impulso desmesurado, casi involuntario, por comprar el último modelo de una miniatura, o nos vemos irremediablemente atraídos a coleccionar un nuevo ejército con el único fin (nos decimos) de rellenar ese espacio de la vitrina que se ve tan vacío.

 Mi caso es de manual. Si hay una colección de algo, no puedo dejarla a medias. Es superior a mi. También me autoimpongo colecciones que no son tales, como por ejemplo, tener toda la escenografía especial publicada en el reglamento de 8ª edición de Warhammer Fantasy Battles. Algo parecido ocurre con la miniatura de esta entrada: Bosco Acebedo, hechicero del Colegio Jade (Saber de la Vida).

 Y es que, como coleccionista enfermo que soy, hubo un momento en el que me vi con tantos hechiceros que me pregunté inmediatamente: ¿Y por qué no otros 4 para tener un representante de cada Colegio de la Magia? Así pues, damas y caballeros, prepárense para un nuevo proyecto focalizado en 8 hechiceros de los 8 Saberes de Magia del mundo de Warhammer. A continuación, el tercero de la lista.

 Los más fieles seguidores del blog ya habrán visto las publicaciones de los hechiceros estalianos como Bosco. Pues bien, podría decirse que pese a siempre intento buscarles un trasfondo estaliano, en realidad todos los modelos fueron diseñados con la idea de engrosar las filas mágicas de ejércitos del Imperio. No por mi, si no por sus escultores originales. Pero basta con un nombre castellano (a la par que botánico) y una buena historia fantástica para conferir a cualquier miniatura la nacionalidad estaliana.

 Bosco Acebedo vino al mundo hace ya casi un siglo, en una pequeña aldea estaliana junto al río Siembravides. La familia de Bosco, como la mayoría de aquella remota comunidad, labraba las tierras del Príncipe de Toletti. Entre campos de cereal, olivares y vides, Bosco aprendió desde muy temprano acerca de las cosas que crecen y sobre el ciclo de la vida. Las tierras interiores de Estalia son más secas que las del resto del Viejo Mundo, pero hubo un año en el que la sequía se cebó especialmente con todo el territorio peninsular. Bosco, convertido en un joven sabio y fuerte, era consciente de que el Príncipe de Toletti no admitiría ningún tipo de excusa ante una mala cosecha. Durante varios días buscó desesperadamente nuevos acuíferos gracias a sus conocimientos de zahorí, hasta que un día, a punto de darse por vencido, la tierra le habló. No sabría explicar qué ocurrió exactamente, pero desde aquel momento comenzó a ver con nitidez las intrincadas conexiones entre el agua, la tierra y los seres vivos. Fue así que pudo canalizar el escaso agua atrapado en impenetrables cuevas del subsuelo y hacerlas fluir hasta la superficie misma, salvando la cosecha de ese año así como a su familia del más que probable escarmiento de su advenedizo amo. Consciente de su poder, y ante el temor de generar ciertas suspicacias entre sus vecinos, Bosco decidió aislarse de la sociedad y comenzar una vida de ermitaño en el vecino Bosque de Piña. Durante décadas, Bosco perfeccionó su magia en lo profundo de la foresta, aunque su búsqueda de conocimiento le hicieron viajar al rededor de todo el globo, oculto como un aventurero más, llegando a conocer a Capitanes, compañeros y Sacerdotes que no recelaban en absoluto de su condición.
 
 La miniatura de Bosco Acebedo llegó a mí sin verdaderamente desearla. A través de la campaña de mecenazgo de Norba Miniaturas conocida como Empire Troops and Machines, esta figura de un Mago Imperial era parte de las recompensas de quienes participaran del Kickstarter. La miniatura era bastante sencilla, por no decir genérica, de un hechicero clásico con una túnico y un báculo, aunque parece estar invocando una llama con su mano izquierda, por lo que podríamos decir que es un hechicero del Saber del Fuego. Pero yo ya tenía un hechicero pintado con los característicos tonos rojos y anaranjados de la Orden Brillante, Cosme Centellas. Por lo tanto, solo quedaba echar mano al bisturí y conversionar la miniatura de resina.

Mago Imperial regalado durante la campaña de mecenazgo Empire Troops and Machines de Norba Miniaturas. Actualmente descatalogado.

 Solo había dos órdenes mágicas de las cuales no tenía miniatura en mi haber: la Orden de Jade y la Orden Ámbar. Pese a que el modelo del Mago Imperial de Norba no tenía un aire muy rural, pues ambos colegios están muy ligados a la naturaleza, vi claro cómo podía transformar el hechicero en un adepto del Saber de la Vida. Para ello tuve en mente en todo momento la imagen de una conversión del Hechicero de Jade de Mike Anderson, que aparece en la White Dwarf 171 en castellano, pues recordemos que en el pack de Hechiceros de Batalla imperiales no se podían montar ni hechiceros ámbar, ni jade, ni grises. En dicho número, el Hechicero Jade cumplía con todos los tópicos atribuidos a estos semi-druidas, es decir; hoz, búho, sandalias, barba trenzada y capucha. De modo que debía lograr un resultado similar con el material del que disponía.

Conversión del Hechicero Jade de Mike Anderson.
 Lo primero era quitarle la mano con la bola (u orbe) de fuego y ponerle otra cosa... una espada de la Guardia del Bosque, sí, por qué no. Con algo tendrá que defenderse. Más tarde llegaría el turno del báculo, demasiado metálico para un amante de los bosques. Con restos de la caja de las Dríades  fue bastante sencillo hacerle un báculo similar a una rama con glifos. Además, con un búho de la misma matriz, pude otorgar un familiar mágico a Bosco Acebedo. Finalmente, gracias al mismo modelo , me dio por añadir una corona de espino al modelo con la vara de una de las integrantes de las Hermanas de la Zarza, también de los Elfos Silvanos. Ahora sí, Bosco Acebedo se parecía a un druida de los bosques. No tan espectacular como el de Mike Anderson, pero cuanto menos aceptable.

 El pintado, como viene siento habitual, recayó en las gráciles manos de Marta García, mi pintora personal de confianza. Solo hay un color conocido para simbolizar la vida y la naturaleza; que a fin de cuentas es realmente entorno a lo que gira este Saber de la Magia, el color de la primavera y la esperanza: el verde. Con unos detalles dorados de parras adornando su túnica, cualquiera diría que no necesita lanzar el hechizo Trono de Parras para sentirse totalmente en comunión con el viento de Ghyran. Pese a su edad, Marta decidió pintarle la barba de color rubio, sin canas, demostrando que Bosco conoce los secretos de la vida, la juventud y puede que incluso del renacer.

 En batalla debo decir que Bosco Acebedo no ha tenido oportunidad de prestar sus servicios a los Manchados de Palantta. Puede que porque no haya conocido (aún) a Rodrigo de Jomaña y Tenorio, ni a ningún otro miembro de este Tercio estaliano. Aunque también puede deberse a que no suelo utilizar hechiceros del Saber de la Vida en mis partidas con Estalia. Pero tiempo al tiempo, de momento, dejemos tranquilo a Bosco disfrutar de la paz y sencillez del campo estaliano.

 Finalmente, comparto una serie de fotos desde otras perspectivas de la miniatura, el veterano pero bien conservado Hechicero de la Orden de Jade.

¡Hasta pronto!



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