Hace mucho tiempo, en los albores de este blog, subí una entrada compartiendo los dos hechiceros estalianos en mi haber: Wa'el Sirâj y Cosme Centellas, el hechicero protagonista de esta entrada. Ahora, al igual que hice recientemente al separar el Saber del Pequeño ¡Waaagh! y el Saber del Gran ¡Waaagh!, he querido dividir una publicación que contenía dos miniaturas distintas, dos personajes de hecho con una serie de cuestiones diferenciadas que había que tratar por separado. Eran hechiceros estalianos sí, pero a fin de cuentas cada uno de su padre y de su madre y con una historia distinta que contar, pese a que sus caminos finalmente quedasen entrelazados.
Junto con Recaredo Vicente, Wa'el Sirâj y Cosme Centellas forman los Tres Mosqueteros de miniaturas de magos estalianos en mi haber, a la espera de un D'Artagnan que complete el grupo. Seguramente el cuarto individuo tenga la temática del Saber de la Muerte, pues me gusta usar esos hechizos en el campo de batalla y son bastante prácticos. Pero eso ya para otro día (o año).
De momento ahora toca hablar de esta miniatura cuya historia tiene más intríngulis en lo concerniente a su adquisición y pintado que con el trasfondo desarrollado para ella.
Continúa leyendo para ver más imágenes de esta magistral miniatura y aprender algún que otro consejillo sobre las personas que alquilan su destreza pintando miniaturas ajenas.
Y es que este modelo de Gamezone siempre lo entendí para ser usado y pintado como un hechicero del Colegio Jade, el del Saber de la Vida. Me recordaba mucho a un druida de los que se ven en Astérix & Obélix, pero por cuestiones del destino, acabó siendo pintado con tonos rojos, pareciendo un hechicero de la Orden Brillante. Ya sabéis, esa orden con muchos hechiceros del Saber del Fuego que adoran quemar enemigos mientras ríen como perturbados. Un Saber que casi nunca utilizo desgraciadamente.
El caso es que, hace tiempo, un amigo me recomendó que probase con él a mandar una serie de miniaturas a un pincel mercenario afincado en Canarias. La verdad es que en su web mostraba una serie de miniaturas increíbles de gran detalle y maestría, de modo que no nos lo pensamos dos veces y le hicimos un encargo de 4 personajes cada uno. A la vuelta, las miniaturas llegaron en un estado de calidad lamentable; ojos estrábicos, manchurrones de pintura en partes de la mini, salidas de pincel y huecos sin rellenar, una aplicación de luces mínima y un largo etcétera. Reclamamos como era obvio, solo para terminar resignados y aplicar acetona a dichas minis y quedarnos sin el dinero. Así que mucho cuidado en ese sentido. Pedid siempre fotos del proceso de pintado de vuestras minis, si sois de los vagos que no quieren o no encuentran tiempo para dedicarse a esta parte del hobby.
Por suerte llegó Marta García y enmendó el estropicio. Creo que no la comenté que quería tonos verdes y ella tiró por lo que mejor interpretó y supongo, que lo más común que le piden sus clientes en un mago: Rojo fuego. Aunque triste por el esquema seleccionado, debo decir que los colores cálidos van muy bien con Cosme Centellas, quien adquirió este sobrenombre tras ser aceptado en el Colegio Brillante, al igual que Sienna Fuegonasus, otra estaliana de la Orden. Puede que en un futuro pida a Marta repintar la mini de verde y haya que editar esta entrada. Pero eso no pasará hasta que no me haga con una mini que sustituya a un hechicero del Saber del Fuego.
Debo añadir que la roca en la que está subido Cosme Centellas fue a iniciativa del pincel mercenario canario, el único aspecto positivo a destacar sobre dicha experiencia. Y es que es una miniatura que parece estar agachada y sobresalía muy poco del resto de la tropa. De modo que al menos algo sí que hay que agradecer.
Ahora pasemos a su trasfondo, del cual poco más se puede añadir. Cosme Centellas es un hechicero muy respetado en Estalia e incluso dentro de la Orden Myrmidiana por haber ayudado a ésta en numerosas ocasiones. Es uno de los hechiceros más longevos y más conocido en los Reinos. De hecho, cuando rescató a Wa'el Sirâj de la muchedumbre y las llamas, nadie se interpuso. Ni siquiera cuando adoptó al joven hechicero árabe como su pupilo para enseñarle los entresijos de los vientos de la magia. Desde entonces, ambos se dedican a deambular por toda la península estaliana afrontando toda clase de gestas que les ayude a cambiar la mentalidad de la opinión pública en cuanto a la magia y sus practicantes.
Ahora que ya tenemos todos los hechiceros en mi haber publicados, ayudadme a decidirme por uno de ellos de cara a distribuir los espacios del maletín portaminiaturas. ¿Cuál de los dos estilos, trasfondos y pintados os parece mejor? Abajo tenéis un cajón para comentar lo que os venga en gana.
¡Gracias de antemano!
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