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martes, 21 de septiembre de 2021

Antoine Mortice

 De vuelta con la Hueste Maldita de Mousillon, hoy ha llegado el turno de presentar a Antoine Mortice, un poderoso Nigromante al servicio del bastardo Mallobaude, el Caballero Negro.

 Bien es sabido que los vampiros en el mundo de Warhammer Fantasy son expertos en canalizar las corrientes de magia para resucitar y controlar a los muertos. No obstante, excepto el clan Necrarca, ningún clan vampiro supera en maestría a los hechiceros humanos conocidos como Nigromantes. Es por ello que los Amos de la Noche a menudo requieren de los servicios de estos humanos (que según las reglas de juego también son No Muertos) para alzar a sus huestes. Por su parte, el Nigromante se pone bajo la protección de un poderoso aliado, dando lugar a una de las simbiosis más frecuentes en este mundo ficticio. De hecho, precisamente el Clan Dragón Sangriento, al cual vamos a suponer que pertenece el Caballero Negro, adolece de ser los "peores" vampiros a la hora de lanzar hechizos, al menos según nos desprendemos de las reglas de su libro de ejército de 6ª edición. Puede que se debiera a que estos vampiros llevasen armadura pesada y escudo o a que prefiriesen matar a su enemigo con sus aptitudes marciales en vez de hacer uso de la magia para segar vidas, pero los Dragones Sangrientos recibían un dado de energía menos en el juego de tablero.

 Volviendo a Antoine Mortice y a los Nigromantes en general, en esta entrada vamos a ver un poquito más de la historia de este bretoniano venido a menos así como de su miniatura, sin duda una de las mejores esculpidas por Games Workshop para este tipo de personaje.

 Durante los eventos de la Tormenta de Magia, un suplemento de Warhammer Fantasy donde los protagonistas eran los hechizos cataclísmicos y ciertas bestias del averno, se esculpieron nuevos modelos de algunos practicantes de la magia cuya popularidad estaba harta demostrada, como la Hechicera Elfa Oscura o el Nigromante que nos ocupa. Estas minis eran sin duda más dinámicas que sus predecesoras, e hicieron las delicias de coleccionistas como yo. Solo por eso, una miniatura así, ya merecía el honor de ocupar un hueco en mi vitrina junto a La Hueste Maldita de Mousillon.

Nigromante antiguo. Brutales también, pero más estáticos.
 Creo recordar que la mini, a diferencia de la mayoría de las de aquella época, era de plástico en vez de failnecast. Esto ayudó mucho a la artista, créanme, quien con unos colores aquí y allá dio esa sensación de viejo pordiosero a la miniatura del Nigromante, pues bien es sabido que estos hechiceros se preocupan más bien poco de su higiene personal y su estilismo (no como el de la imagen de al lado que es todo un dandi).

  Un vez pintado, el Nigromante es ahora digno de crear su propia historia. Antoine Mortice, oriundo de Bordelaux, creció en el barrio más pobre de la ciudad costera sin saber que poseía el don para la magia. Entre el salitre y la humedad de los muelles fue vendido sin dudarlo por sus progenitores a un misterioso hombre. El pequeño Antoine pronto descubrió que su benefactor era una especie de erudito que utilizaba a otros pobres diablos como él para mantener ordenado su laboratorio y mandarles recados. En ciertas ocasiones, alguno de estos sirvientes desaparecía llevando a cabo las misiones encargadas por su amo, o eso creía... Un día, mientras limpiaba los restos de una amalgama de ratas diseccionadas, fue testigo de los gritos y el horror de su compañero de litera, cuando vio entre la grieta de una de las tablas de suelo a su amo realizando una especie de ritual con el torso destripado del criado.

 Después de aquello, Antoine fue consciente de su situación: era ganado que pronto sería sacrificado. No obstante, escapar sería realmente complicado, pues tanto él como el resto de sirvientes portaban una runa grabada que hacía que les ardiese el cuerpo por dentro si se alejaban de la ciudad, causándoles la peor de las torturas. Decidido a desprenderse de la maldición, Antoine investigó entre los archivos de su amo durante varios meses, adquiriendo una serie de conocimientos que le permitieron realizar sus primeros conjuros. Para cuando dio con el sortilegio que le posibilitaría romper sus cadenas mágicas fue descubierto in fraganti por el hombre que le "acogió". Lleno de rabia y sin tiempo para pensar, Antoine le clavó un filo fantasmal en el pecho, de donde no brotó ni la más mínima gota de sangre. Esto cambió por completo los planes de Antoine, quien tomó para sí las propiedades de aquel hombre, junto con sus pertenencias y sus sirvientes, continuando de este modo con los estudios interrumpidos por el anterior y difunto Nigromante.

 Hoy en día, bajo el amparo del Caballero Negro, Antoine Mortice tiene acceso a un sin fin de cadáveres y prisioneros frescos para sus experimentos. La guerra es sin duda una oportunidad para cualquier practicante de la magia nigromántica.





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